Las posibilidades didácticas del cine
La primera idea que surge en relación a esta conexión entre cine y desarrollo es que el cine realmente se ha ocupado y se ocupa fundamentalmente de contar historias de personas, de mostrar sus comportamientos, sus relaciones, sus conflictos. ¿Se puede decir que la materia de la que están hechas las películas es la misma que interesa a la Psicología del desarrollo humano? Sí. Porque el cine es vida. Refleja la vida. No tendría sentido al margen de la peripecia vital. Un cine puramente abstracto como, por ejemplo, la pintura abstracta no tiene sentido. El cine no es pintura, novela, escultura, música, fotografía o teatro. Es todo eso y mucho más. Porque al reunir todas las artes que le han precedido no se limita a ser la mera suma de todas. Como decimos en psicología del desarrollo: el todo es más que la suma de las partes. ¿En qué sentido el cine es una vía para aprender sobre el ser humano, sobre cómo se comporta, piensa y siente en las distintas etapas de la vida? El cine ha tratado todos los temas importantes que afectan a la vida humana en su desarrollo: la niñez, la adolescencia, la juventud, la vida adulta y sus crisis, la vejez y la muerte. Lo ha hecho desde las más variadas perspectivas. Quizás el cine proporciona un acceso privilegiado, aunque sea ‘artificial’, a la vida mental de los personajes, a lo que piensan y se representan cada día, algo que es difícil de estudiar y sacar a la luz de forma sistemática con las herramientas de la Psicología científica ¿Quién mejor que Bergman, por ejemplo, ha tratado de los conflictos que se dan en la relación de pareja? Su obra Secretos de un matrimonio, 5 horas de auténtico arte de la palabra, aborda de la manera más profunda todo el infierno de las relaciones de la pareja. Quien ve esa obra experimenta en propia carne todos los conflictos que no ha vivido y todos los que ha vivido. Y los experimenta a una nueva luz. Y qué decir de su aventajado discípulo, W. Allen. En su Maridos y mujeres asistimos a un “retrato del alma humana”. En este sentido cabe la pregunta de si un buen director de cine es o podría ser un ‘buen psicólogo’ Se ha dicho, sobre todo desde el psicoanálisis que la situación tan particular en que se sitúan los espectadores, el contexto (oscuridad en la sala), el ambiente que se crea cuando uno ve una película, le sitúa en un estado cercano al ‘sueño’ (no porque el espectador se duerma, claro está, sino por el paralelismo con el acto de soñar). Pero lejos de esta interpretación psicoanalítica, lo que se puede destacar es la influencia que tiene o que puede tener el cine sobre la propia psicología del espectador. Sea por la situación, por el impacto de las imágenes o los movimientos de la cámara, etc., las películas no solo afectan a la inteligencia del espectador, sino que provocan emociones. ¿Se puede decir que la emoción compartida – que provoca el cine en muchas ocasiones es otro modo de conocer? Pensemos en la reciente película de J. Demme, La boda de Rachel. En dos horas podemos experimentar en nuestra propia carne un conjunto de emociones complejas que nos permiten un acceso al conocimiento de las crisis y de los conflictos de las mujeres contemporáneas inigualable. Con motivo de la boda de Rachel, afloran todos los conflictos de la familia: la rivalidad entre las hermanas, los problemas de adicción de la hermana de Raquel, las heridas abiertas y nunca cerradas del adolescencia, los efectos del divorcio de los padres en el desarrollo emocional de los hijos, la lucha de las personas por renacer de sus caídas. ¿Es una buena forma de conocer la que el cine permite? A nosotros si nos lo parece. No hay que pensar más que en la cantidad de recursos que posee. Pensemos, incluso, que eso lo podía conseguir ya el cine mudo y el cine en blanco y negro. Si añadimos sonido, color, música y todos los demás recursos, pues estamos ante un fenómeno de consecuencias incalculables en la cultura humana.
¿Es una forma de aprender sobre el ser humano que se puede/debe utilizar como vía de estudio, más allá de las formas tradicionales-académicas? Hay incluso un filósofo muy importante, Stanley Cavell, que ha escrito un libro en el que sostiene que el cine puede hacernos mejores. El cine tendría la capacidad de mostrar las etapas hacia la consecución del yo no realizado. El cine es entretenimiento, diversión, ocio, evasión o mera industria. Pero sobre todo es conocimiento. Muchas películas del cine francés pueden ilustrar este punto. Los franceses tienen una particular sensibilidad para conocer la maravilla de la infancia y de la adolescencia. Truffaut es un genio en el conocimiento de la educación y de la adolescencia.
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