lunes, 6 de septiembre de 2010

El cine ayuda a ver

LOS MILAGROS DE CADA DÍA




¿Sería posible encontrar cada día un hecho inesperado, algo inexplicable, al menos con respecto a los esquemas cotidianos?

Sí.

Cada día nos suceden cosas que no caben en los esquemas explicativos de los que estamos armados. (Ni en los personales ni en los colectivos.)

¿Por qué no las percibimos? Lo inesperado, por qué no lo vemos.

La mayor parte de nuestras creencias son colectivas pero también tenemos cada uno nuestras propias creencias personales. Tanto unas como otras pueden ser inhibidoras.

Nuestra mente está muy bien preparada para procesar lo esperado, lo usual, lo habitual.

Pero nos cuesta mucho trabajo ver lo que no esperamos. Lo que se sale o desborda nuestros moldes. Muchas veces, aquello para lo que no tenemos una explicación.

En nosotros y fuera de nosotros.

En realidad, ocurre lo contrario de lo que pensamos: lo que podemos explicar es la excepción. Una muy pequeña parte de todo.

¿Siempre será así?

En ese sentido vivimos muy engañados: para la mayor parte de las cosas no tenemos explicación aunque para muchísimas sí que las tengamos.

Por mucho que aprendamos, siempre será proporcionalmente mayor nuestra ignorancia que nuestra sabiduría.

Tomás no creyó lo incomprensible.

¿Casi todos somos como Tomás?

Tomás creyó cuando pudo comprobar por sí mismo. Aunque, si bien se mira, si otros no hubieran creído –lo inesperado- antes que él, él no hubiera podido “comprobar” nada.

A pesar de todo, ahora la inmensa mayoría no llega ni al nivel de Tomás. Ni siquiera metiendo nuestros dedos creeríamos.

Somos, incluso, peores que Caín, Caín envidiaba la virtud. Nosotros: “Gloria a Caín, hoy el vicio es lo que se envidia más” (Antonio Machado.)

Los discípulos de Emaús creyeron después de ver sin ver. No en el momento que lo tenían delante. Tan solo por el efecto causado por su paso. Creyeron y, así, vieron… retrospectivamente. Lo habían registrado todo pero no estaban entendiendo nada. Solo cuando creyeron pudieron revisar sus percepciones e interpretarlas de una forma nueva, a una nueva luz.

María Magdalena lo confundió con un hortelano. Necesitó una palabra para ver. Una palabra pronunciada de una determinada forma. Su propio nombre. No así nosotros.

La tumba estaba vacía. ¿Cómo ver en una tumba vacía una resurrección? Lo más lógico es ver un robo, una ocultación, un fraude, no una resurrección.

No es lo mismo el escepticismo que la ignorancia.

Sin embargo, nos negamos a percibir realidades porque no tenemos esquemas explicativos y, al mismo tiempo, nos entregamos a delirios, fantasías o ilusiones, que son totalmente erróneos.

¿No vemos lo que no queremos ver?

¿Lo que no estamos preparados para ver?

¿Lo que no podemos explicar?

¿Lo que no nos conviene o interesa ver?

¿Nos hacemos una realidad a nuestra medida?

Manipulamos los hechos, la realidad y los datos para que encajen en nuestros prejuicios.

Nos manipulan los hechos delante de nuestras narices y no nos enteramos.

¿Quién se saldrá primero de esta percepciomanía?

Cajal “veía” los datos antes de verlos. Como Einstein. Son dos grandes racionalistas. Su razón estaba tan bien ajustada, que la realidad lo único que hacía era darles la razón. Preveían.

Sin embargo, ellos tampoco veían todo. También ellos estaban llenos de prejuicios que limitaban su visión.

¿Es imposible vivir sin prejuicios?

Todos estamos llenos de prejuicios.

Nos impiden ver.

¿Cómo podríamos liberarnos de todos nuestros prejuicios que nos amordazan?

Animales de realidades.

Es el infierno de los prejuicios: perded toda esperanza.

Por eso es tan maravilloso cuando alguien nos libera de algún prejuicio. Es como pasar al purgatorio donde ya se atisba el Paraíso.

¿Pero, y al Paraíso? ¿Cuándo llegaremos al Paraíso de la ausencia de prejuicios? Veríamos las realidades con esquemas, sí, pero unos esquemas ajustados, abiertos, flexibles. Veríamos las realidades de forma adecuada. Casi podríamos decir que directamente.

Pero no necesitamos que sea directamente, para que no nos llamen realistas ingenuos, pero sí al menos sin dejar nada fuera alegando que es porque no podemos integrarlo.

Necesitamos ampliar, desbordar, superar, ir más allá, siempre, de donde nuestra ignorancia, pereza o simpleza nos retiene.

Colón es el modelo para salir de este Infierno: acertar equivocándose. Quiso abrir una nueva ruta y descubrió un continente. Algo para lo que su mente no estaba preparada. Fue más allá de sus prejuicios, de sus errores, de su ignorancia. Encontró lo que no buscaba.

Picasso es más soberbio: “yo no busco, encuentro.”

Unos cuantos como él, como Colón, necesitamos para salir de la cárcel donde nos ha metido un racionalismo estrecho y dogmático, inconsciente de sus propios prejuicios.

Despreciamos cuanto ignoramos (Antonio Machado.)

No tenemos confianza en nosotros mismos (Emerson.)

No somos capaces de ver los milagros cotidianos.

Tenemos miedo a salirnos de la dictadura de la costumbre (Herzen.)

Estamos, hoy en día, tan atrapados en distintas mentiras y patrañas que hemos castrado nuestra capacidad natural para percibir lo que nos acontece.

Parece avanzar mucho la técnica, los procedimientos, los recursos y los métodos y muy poco el conocimiento.

Ver adecuadamente es un juego siempre escurridizo entre lo visible y lo invisible, entre la causa y el efecto, entre lo que se da y lo oculto, entre la presencia y la ausencia.

(Piensa en Colón. Piensa en las lunas de Júpiter. Piensa en las manchas solares. Piensa en la mente. Piensa en el alma. Piensa en el sepulcro vacío)

Ver es siempre un ir más allá de, a partir de lo dado alcanzar lo no dado.

Dejarse sorprender.

Estar atento.

Estar abierto.

Imaginar.

Prepararse.

Es muy parecido a enamorarse.



Mirar, ver, percibir, observar, captar, darse cuenta, atender…

Intuir

Salía humo de las chimeneas, olía a carne quemada y no quisieron ver para no saber.



El ojo que ves es ojo porque:

le veo (realista ingenuo)

le veo ver (empirista)

bueno quizás no sea más que una ilusión (escéptico)

le concibo o construyo como ojo (idealista o constructivista)

hemos convenido en que es un ojo (relativista)

¡hombre!, eso depende del contexto cultural (multiculturalista)

está hecho para ver (racionalista)

te ve (Antonio Machado)

¿Por qué prefieren la oscuridad de la caverna y sus sombras a la luz del día? ¿Por qué no quieren ver las cosas como son y se contentan con sus sombras?

No hay mejor ciego que el que no quiere ver. Por eso Helen Keller aunque ciega y sorda y muda acabó viendo porque así lo quiso.

Galileo se extrañaba de que sus colegas no vieran las lunas de Júpiter ni siquiera mirando a través del telescopio: unos porque no querían mirar por el telescopio y otros porque aunque miraran no las veían. Emerson dice, sin embargo, que hay pueblos antiguos que las veían a simple vista.

Ver a simple vista, ¿qué será eso? El hombre contemporáneo parece haberlo olvidado.

Darwin se extrañaba de que sus maestros cuando salían a buscar fósiles no vieran aquéllos que no cuadraban con sus teorías previas. Con la idea que tenían de las edades geológicas. Exactamente lo mismo que les ocurre hoy a los darwinistas dogmáticos.



Hay que aprender a ver.

Hay que educar la mirada.

Hay que desarrollar la percepción.

Hay que ejercitar la atención.



James Stewart disparó a Liverty Valance. Pero al final vemos que realmente quien le mató fue John Wayne. Eso está ocurriendo cada día. Es uno de los mecanismos fundamentales del engaño masivo y de la manipulación de nuestra percepción. J. S. dispara a L. V., éste cae mortalmente herido, luego, J. S. ha matado a L. V. Pero no: hay que expandir la mirada. Si la expandimos comprobamos que eso es así pero no explica los hechos. Hay un tercero, decisivo, oculto: J. W. Pero eso solo lo sabía John Ford.

Unos aviones –vemos- chocan contra unas torres, esas torres tiempo después caen, luego las torres caen por efecto del choque de los aviones. Demasiado simple. ¿Dónde estaba John Wayne? Hay incluso quien ha descubierto a J. W. Conspiración del silencio. Pero sobre todo, ¿dónde está John Ford?

(En Vértigo, James Stewart ve cómo una mujer, idéntica a Kim Novak, cae desde arriba de la torre. Lógicamente piensa, en ese momento, que es la propia Kim Novak la que ha caído. Aquejado de vértigo, no sube a comprobarlo. Error fatal que cometemos todos continuamente.)

Es curioso que en la época más supersticiosa y manipulada que haya existido jamás, abunde tanto el escepticismo, el relativismo, el fraude y la basura (bullshit). Abunda todo menos la verdad.

Famoso artista transgresor en todos los órdenes de la existencia –o eso quiere hacernos él creer- lleva a sus hijas a un colegio privado de élite, las matricula en religión para que allí mismo hagan su primera comunión, exactamente igual que todas las hijas de todas las familias conservadoras y convencionales. Pero eso le será hábil y cuidadosamente ocultado a su público.

Famoso filósofo promotor de la eutanasia activa y del suicidio asistido y de todo lo demás, encargará el cuidado de su madre afectada de Alzheimer a tres personas. Al ser preguntado por su escasa coherencia, dirá que las cosas se ven de distinta forma cuando se piensan en abstracto que cuando uno se ve afectado personalmente por ellas.

¿Critico al famoso artista y al famoso ideólogo por su incoherencia?

No.

En realidad, ambos se están poniendo una camisa de fuerza para no ver lo que realmente son: uno, una persona convencional y conservadora y amante de las tradiciones pero de las que se avergüenza y otra uno hijo que cumple con el sagrado deber de honrar a sus padres. ¿Por qué ambos no quieren ver lo que realmente son y se esfuerzan por verse como realmente no son?

Y así todo.

Cegarse y cegarse parece ser la suprema actividad de los hombres contemporáneos.

Antes huíamos de la ignorancia ahora huimos de la realidad.

Permanecer en la caverna. En la social y en la personal.

Copérnico y Tolomeo observaban el mismo sol pero uno lo consideraba fijo y otro en rotación alrededor de la tierra. Como vemos, se pueden observan las mismas cosas y, no obstante, llegar a conclusiones contrapuestas. Sólo una de ellas, sin embargo, será la verdadera. Tolomeo utilizaba el sentido común: normalmente cuando algo se mueve en torno a nosotros somos nosotros los que permanecemos fijos. Eso quiere decir que estamos muy bien preparados para lo común y esperado.

Pero lo que realmente nos interesa es lo inesperado. La excepción. Esperamos lo inesperado. Y, además, las cosas importantes no son lo que parecen a primera vista. En las cosas importantes somos nosotros los que giramos aunque creamos estar quietos.

Velázquez: Las Meninas. Los espejos sirven, en general, para mostrar, para ver. En este caso para ocultar lo que estamos viendo. Para estimularnos a abrigar dudas sobre lo que realmente está pasando en esa sala. La realidad no es simple. Pero no huyamos de ella. No le demos la espalda. No nos encorsetemos para no verla. No vayamos a por peces con flechas ni a por pájaros con redes. Ajustemos nuestros procedimientos y nuestros métodos.

Cantor exclamó cuando pudo demostrar un teorema que violaba todas las preconcepciones, los prejuicios y las supercherías de su época y de todas las épocas: ¡Lo veo pero no lo creo! Como Colón.

Volvamos a Colón. Reconozcamos nuestras resistencias para aceptar lo increíble, lo que no estamos preparados para ver ni creer. Pero, aun así, se pueden descubrir nuevos continentes si estamos dispuestos a ver antes de creer (Cantor) o a creer después de ver (Tomás) o a ver después de creer (Colón). Y a creer sin ver (Chesterton.)

El otro día –un día de octubre- paseando por El Retiro observé un castaño de indias que parecía como si se hubiera saltado el otoño y el invierno. De forma increíble le habían nacido hojas verdes nuevas y estaba en floración. Lo miraba y lo miraba y no salía de mi asombro. Porque eso no podía ser y lo que no puede ser es fantasía. He vuelto todos los días para comprobar que no era un autoengaño. Y lo que he visto es que “eso” le pasaba no solo a uno sino que “eso” le estaba pasando a más castaños de indias. También he observado que la gente pasa a su lado y no se extraña de nada. ¿No lo ven?

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